sábado, 5 de octubre de 2024

Crónica del exilio

Crónica del exilio.

El desplazado en la narrativa Latinoamericana.

Luis E. Villegas N.


La literatura da cuenta del fenómeno del exilio. En ella encontramos una especie de «antropología del desplazamiento» donde se despliega la vida del migrante, del exilado, del expatriado, del paria.

La literatura del exilio nos habla del vínculo tierra-hombre como sentido de pertenencia, de enraizamiento, como hecho constitutivo de la condición humano. Vinculo que se crea a partir del tiempo vital que configura la existencia a partir de la lucha por la supervivencia. (1)

El desplazamiento es un hecho que encontramos bajo distintas modalidades en la historia humana. En nuestra contemporaneidad la percibimos con un especial énfasis dejándonos la sensación  de ser una de las manifestaciones distintivas de nuestra era. Como manifestación del hecho social-humano, el desplazamiento emerge en un contexto de conflictividad y violencia institucional y política. El hecho que habitemos un mundo globalizado hace más evidente el fenómeno.

Laura Restrepo (Bogotá 1950) en su novela La multitud  errante (2001) (2)  nos narra las relaciones que se establecen entre seres que viven y se relacionan en un contexto permanente de violencia generalizada. Espacio éste desde donde se va desarrollando la vida, donde la cotidianidad es trastocada por los efectos de la guerra. En esta lucha por la supervivencia emerge el desplazamiento, hecho que se presenta cual tabla de salvación ante un inexorable destino de muerte.

El marco general de la novela está representado por el fenómeno de la violencia vivido por la población colombiana. Allí surge el fenómeno del desplazamiento a partir del asesinato de Jorge Eliecer Gaitán en 1949. Violencia que ha cruzado toda la segunda mitad del siglo XX colombiano y lo que va del XXI;  es decir un proceso que ya cuenta alrededor de 75 años de desarrollo.

Con referencia a la novela, su autora es una consagrada escritora latinoamericana reconocida con el premio Alfaguara en 2004 y con el Grinzave Cavour en 2006. Ha escrito 11 novelas entre los años que van entre 1989 y el 2020,  un libro de cuentos Pecado (2016), reportajes; Historia de una traición (1986) e Historia de un reencuentro (1995). Un libro de poesías para niños: Las vacas comen espaguetis (1989).

La autora ha vivido la experiencia de la violencia colombiana, además de escritora es periodista; así como ha tenido participación importante en la política colombiana actuando como negociadora  en el proceso de pacificación de la guerrilla del M-19 durante los años 80. Actividad que le costó el exilio, regresando al país cuando el movimiento había sido legalizado, convertido en partido político, cuestión que le costó la muerte a sus miembros, dada la traición del gobierno a los acuerdos y la política de exterminio del Estado colombiano. La postura política de la escritora se le ubica como intelectual de izquierda.

La multitud errante es una novela corta que se despliega en 60 páginas, ordenadas en 17 secciones o capítulos. La trama está conformada por el tejido de relaciones que se establece entre los administradores de un refugio y los desplazados que allí llegan, haciendo un alto a su andariega vida de desplazados, para recuperar fuerzas y seguir el camino a un destino incierto y desconocido

El título de la novela, La multitud errante nos remite a un estado general de indefensión a que es sometida  la población, la cual sufre la transformación de pueblo a multitud o muchedumbre, con las características propia de los procesos de masas que responden a su propia lógica, distanciándose de la racionalidad que habita los pueblos en los período de paz.

 La narración está configurada por tres personajes principales y un contexto histórico cuya manifestación principal es la guerra y los desplazados que produce.  El escenario esta representado; por un lado, un albergue de refugiados, que financiado por organismos internacionales, cuya gerencia es llevada por religiosas francesas, ubicado en un barrio perdido de un pueblo del interior de Colombia. Por el otro, el drama de la vida de la gente desplazada, que a partir de sus historia personales y colectivas desnudan la violencia y la muerte producida por la guerra entre liberales y conservadores.

Los personajes principales son: Una de las funcionaria de la institución, formada y educada en Francia, que trabaja en el albergue en tanto que espacio de socorro y solidaridad con el desplazado. Es el personaje-narrador de la novela. Un hombre joven que erra  de pueblo en pueblo buscando a su madre desaparecida en el tumulto que sorprendió al pueblo donde estaban, sin darles tiempo a huir, donde arrasaron con todo los partidarios de una de las facciones políticas que se enfrentaban con las otras.

La madre, más que un personaje físico es la representación mítica que lleva el desplazado como manifestación colectiva de la marejada humana que deambula en su desgracia. Representa el asidero de la búsqueda de un  imposible espacio humano inexistente que le hace sobrellevar la vida de sobreviviente.

La autora, en el diestro manejo de su técnica narrativa hace que el lector este inmerso en la realidad político-social de un pueblo como lo es el colombiano, no a partir de un discurso sobre la realidad, sino desde lo cotidiano de la vida del desterrado en su condición de desplazado.

A partir del encuentro entre los personajes, la autora teje la historia del país desde el presente y la circunstancia que los rodea. Devela el entramado vital de los refugiados, donde emerge su pasado, testimonio de una parte de la historia del pueblo colombiano. En la narración, el personaje que representa la funcionaria, más allá de la actividad burocrática, se va involucrando en la vida de la gente. De allí que en una dialéctica entre el tiempo presente y el pasado se vaya develando la historia de un pueblo, de la “muchedumbre errante”, y aún más, la de sí misma.

La condición humana del desplazado emerge desde las primeras páginas. “… y fue cuando le pregunte por el nombre”. Pregunta la funcionaria para el registro del recién llegado. –“Me llamo siete-por-tres- me respondió…”.

Más que el hecho del por qué le llamaron siete-por-tres, lo significativo es la razón por el cual un ser se convierte en un número. El nombre funda, constituye lo nombrado y su significación da cuenta, bien de ser una cosa o de un ser humano. En este caso el número tomaba el puesto del nombre de un ser; por tanto, se había convertido en una cosa que erra; que no tiene nombre.

Los procesos de explotación conducen a la deshumanización, por lo general llevan a constituir al individuo en proletarios, en parias y en los regímenes autoritarios los reduce a número. Un ser sin nombre, como en el caso del desplazado, viene a representar, la materia prima de las estadísticas, así como de los informes burocráticos de la administración de instituciones sociales.

Dada la dialéctica de las relaciones se produce el descubrimiento del Otro, y en ese proceso emerge la mismidad. La funcionaria, entonces, se descubre a sí misma también como desplazada. La relación allí establecida pone al descubierto la implicación de lo otro en la mismidad. Es el fenómeno de la Solidaridad humana.

La trama de la vida humana es un fenómeno complejo. De alguna manera el humano es un ser escindido, y lleva en sí el destierro como su sombra. En esa escisión vital el retorno a sí mismo, el vínculo a la tierra, implica una especie de reconciliación dada a través del rencuentro con el otro y consigo mismo.

El fenómeno del desplazamiento inunda todo el clima político-social envolviendo a la funcionaria. Trasciende su condición de ciudadana de formación europea; una condición que no tenía nada que ver en lo personal con el destino de los desplazados. Consideremos que la autora no da nombre al personaje, pero no corre la misma suerte que siete-por-tres. Su condición de desplazada es de otra naturaleza porque tiene nombre, siete-por-tres hizo que se produjera el milagro al llamarla “ojos de agua”.

Siete-por-tres la nombra desde su ser indígena; identificando la persona con la imagen de la naturaleza sudamericana, “ojos claros” que hacen referencia a la claridad de los ojos que semeja lo cristalino del agua, ojos claros como lo evidente y verdadero.

Sería entonces una desplazada producida por el desgarramiento de la vida humana que la lleva a otra geografía que no es la suya; que desnuda sus incomprendidas inquietudes vitales, que le explicita el sentir humano que reclama concreción, asidero en un espacio vital humano más allá de la geografía que ella conocía.

Notas

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(1) Para lectores interesados en ésta temática y otras en torno a la literatura, pueden visitar el Blog, América en la Historia, la Literatura y la Filosofía en la siguiente dirección: https://americaseryliteratura.blogspot.com/

(2) Laura Restrepo Multitud errante. Editorial Seix Barral 2001. Edición en internet.

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