Genealogía del Ser Americano.
José Joaquín Fernández de Lizardi. México 1816.
Audio y Texto
El Periquillo Sarniento
Luis.E.Villegas.N.

La novela hispanoamericana nace bajo dos
procesos que la vertebran: Uno, la búsqueda, por parte de los escritores y
hombres que pueblan estas nuevas
repúblicas, del ser americano, búsqueda de lo que somos a partir del imperativo
distanciamiento de los centros hegemónicos del poder europeo y en particular de
la corona española. Se vive un fenómeno de reafirmación de lo propio, que es lo
característico en la búsqueda de una identidad colectiva. Dos, el otro hecho lo
representa la re-creación de la escritura a partir de la cosmovisión americana,
cuya realidad no podía expresarse del todo en la lengua española; no se puede,
por supuesto, negar la influencia que autores que como Cervantes y Quevedo
tenían en nuestros escritores de la época; así como la “picaresca española”, en
tanto que género literario, que tendría un fuerte influjo en la nueva-naciente
literatura americana.
Nuestro autor, José Joaquín Fernández de
Lizardi, nace en México en 1776, en el seno de una familia modesta, cuyo padre
fue médico de provincia. Lizardi recibe su formación en una buena escuela de la
capital cuyos contenidos educativos contemplaban temas clásicos como filosofía y gramática
latina. Se hace bachiller a los 16 años y continúa su formación tomando cursos
de teología. Su formación, más allá de la escuela, estuvo influenciada por el
Iluminismo europeo; así mismo fue partidario de la ciencia y el trabajo como
fuentes del progreso social. Esta perspectiva educativa chocaba con la
formación clásica española dirigida a la nobleza, donde se despreciaba el
trabajo y la actividad artesanal. Lizardi fue defensor de las ideas de libertad
e igualdad entre los hombres; así como seguidor de los enciclopedistas y de las
ideas educativas de J.J. Rousseau.
La formación y las condiciones
política-sociales del contexto vivido por Lizardi le hicieron un reformador
social que vuelca toda su energía en todo aquello que escribe. Fue periodista,
fundó varias publicaciones periódicas y a consecuencia de ello termino en la
cárcel. Buscó bajo distintos medios y formas de escritura, burlar la censura y
la represión. Se las ingenió para hacer circular sus ideas y la crítica a la
sociedad en la que vivió. Su obra fue un medio o un mecanismo literario para
manifestar su beligerancia frente al orden colonial establecido. Dentro de la
producción de estas obras, los críticos encuentran el nacimiento de la primera
novela hispanoamericana. De sus obras destacan, 1818-1819. “La Quijotita y su
prima”. 1832, Obra póstuma “Don Catrín de la Fachenda”. Noches Tristes. “El Periquillo Sarniento” se publicó en 1816,
en tres gruesos volúmenes y el cuarto fue publicado en 1831 producto de la prohibición
de las autoridades.
La novela se articula a partir de la narración
de un hombre que, enfermo y sin remedio, se arrepiente de su vida de andariego
y vagabundo; que decide escribir sus memorias a fin que le sean útiles a sus
hijos y de esta manera no sigan sus pasos y puedan obtener un aprendizaje de la
experiencia frente a la vida. El autor, a través del personaje y de su
experiencia de vida, nos muestra las distintas expresiones de las ideas
reformadoras de la época, donde se trasluce las ideas del iluminismo europeo en
un escenario donde va creciendo una sociedad con las contradicciones del mundo
europeo trasladadas a tierras americanas, y específicamente al contexto del
pueblo mexicano. Un comentarista de la
obra de Lizardi nos dice que el Periquillo: “recrea el lenguaje peculiar, la
jerga estudiantil, el habla de los abogados y los médicos, la jerigonza de los
jugadores, de los ladrones, del bajo mundo en general, el dialecto de los
indígenas, la variedad léxica de las comidas, las bebidas y la indumentaria.
Las leyendas, las supersticiones, los tabúes y el habla popular...” Así pues, su crítica recorre todas las
instancias de la sociedad que le toco vivir.
En la narración encontramos rasgos del hecho
americano, el cual surge al concierto de las ideas de la ilustración europea,
pero al mismo tiempo responde al hecho de la búsqueda de la definición de lo
americano. Podemos decir, la ilustración americana es la expresión de la
reafirmación del ser del hombre de esta tierra, frente al fenómeno de la
conquista. La búsqueda de originalidad en la escritura no respondió a moda o
corrientes literarias; esto no quiere decir que no existieran; más, para
nuestra literatura fue un imperativo de la identidad, del “Si mismo frente al
Otro”. Para el americano tomar las formas o modelos de la tradición española o
europea, presentes por demás en éstas tierras con sus respectivas influencias,
representaba tomar herramientas de otras contextos literarios para desarrollar
los propios y así expresar nuestro propio ser.
Una historia de vida hecha novela que lleva la oralidad a la escritura.
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