Cambural,
Septiembre 20/ 2017
¡Apareció de repente! Fue una
mañana, como a las nueve; los vecinos lo vieron subir por la principal. Los
pasajeros que esperaban a orilla de la autopista eran pocos, el grueso de ellos
ya había bajado a la ciudad fronteriza, en la mañana temprano, los que quedaban
eran los rezagados.
El pueblo recuperaba su autobús. Más de unos largos meses estuvo guardado en
los galpones de la gobernación; fue una medida de prevención para no exponerlos
a que ardieran como una antorcha en manos de los guarimberos. Todos sufríamos
por no tener Youtong; más, “con ese
pasaje tan caro ya no es negocio ir a trabajar allá”. Marcolina decía: -´ “Y
que podemos hacer, el gobierno guardo los autobuses, ya no van a la ciudad
vecina.-
El regreso del Youtong hizo reaparecer los encuentros
mañaneros de ese proletariado informal que día a día se traslada hasta la ciudad
fronteriza. Como reza el viejo adagio: “no sabemos lo que tenemos hasta que lo
perdemos”. El bus iba cargado de
sonrisas. Los vecinos se manifestaban alegres, formando su algarabía; las
mujeres eran las más expresivas; se hablaban de un punto a otro del autobús a
grandes voces. Comentarios ingenuos, burlescos, irónicos, y hasta de doble
sentido, que hacían romper en risas a grupos de ellas; mostraban el renacer del
ambiente mañanero de ese proletariado pueblerino.
No es que no nos hubiéramos visto antes; claro que nos
habíamos encontrado; más, eran encuentros tangenciales: en la calle, a la
orilla de la autopista, en la plaza..., pero no era lo mismo. Encontrarnos en
el Youtong era como estar en confianza, en familia; allí coincidíamos casi
siempre la misma gente; tanto a la ida como a la vuelta. Era como si hiciéramos
un viaje acompañados, sin extraños, todos cercanos, donde cada uno conociera la
historia del otro y viceversa. ¡Pueblo chico, infierno grande!
Las voces y comentarios giraban sobre el mismo: -La verdad, decía Pastora, pasamos malos ratos
con el guarimbeo de los blanquitos.
- la ciudad era
cerrada “de repente”. Por momentos en la mañana y si no por la tarde; total ,
¡cuando no era un chichón era un poporo”;
o no podíamos entrar o no
podíamos salir.
- Mi comadre
perdió el trabajito por la llegadera tarde.
- Donde trabaja mi
compadre cerraron el negoció y todos se quedaron como pajarito en grama...
Regreso el Youtong y con él, el pueblo recuperó un espacio de
encuentro perdido, un espacio vital perteneciente al ámbito de su gente. El
Youtong dejo de ser maquina, tecnología china; mutó de maquinaria a espacio vital
del pueblo; espacio donde germina una cotidianidad
hecha cultura proletaria. Muto en fenómeno vital: «el encuentro» a la mañana
y la tarde, donde nos identificamos, nos reconocemos, donde germina una cultura
amalgamada por el trabajo, como posibilidad de supervivencia, no como los
europeos o estadounidenses, donde el trabajo” crea ciudadanía y hay ilusión de
igualdad de derechos y de gente”.
En una palabra,
germina una cultura proletaria en toda dinámica de pueblo de tercer mundo. Qué lejos quedo la idea de los gobierno que piensan
que dándonos un subsidio al transporte para paliar nuestra miseria, paliaría nuestra
identidad proletaria y nuestra rebelión. Hay un pueblo que espera, que su hora
todavía no llega.
Cambural,
Septiembre 20/ 2017. / contextosytextos@gmail.com
Interesante y agradable lectura.
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