miércoles, 27 de septiembre de 2017

¡Regresó el Youtong!

Luis. E. Villegas. N

Cambural, Septiembre 20/ 2017
¡Apareció de repente! Fue una mañana, como a las nueve; los vecinos lo vieron subir por la principal. Los pasajeros que esperaban a orilla de la autopista eran pocos, el grueso de ellos ya había bajado a la ciudad fronteriza, en la mañana temprano, los que quedaban eran los rezagados.


El pueblo recuperaba su autobús.  Más de unos largos meses estuvo guardado en los galpones de la gobernación; fue una medida de prevención para no exponerlos a que ardieran como una antorcha en manos de los guarimberos. Todos sufríamos por no tener Youtong; más,  “con ese pasaje tan caro ya no es negocio ir a trabajar allá”. Marcolina decía: -´ “Y que podemos hacer, el gobierno guardo los autobuses, ya no van a la ciudad vecina.-

El regreso del Youtong hizo reaparecer los encuentros mañaneros de ese proletariado informal que día a día se traslada hasta la ciudad fronteriza. Como reza el viejo adagio: “no sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos”.  El bus iba cargado de sonrisas. Los vecinos se manifestaban alegres, formando su algarabía; las mujeres eran las más expresivas; se hablaban de un punto a otro del autobús a grandes voces. Comentarios ingenuos, burlescos, irónicos, y hasta de doble sentido, que hacían romper en risas a grupos de ellas; mostraban el renacer del ambiente mañanero de ese proletariado pueblerino.

No es que no nos hubiéramos visto antes; claro que nos habíamos encontrado; más, eran encuentros tangenciales: en la calle, a la orilla de la autopista, en la plaza..., pero no era lo mismo. Encontrarnos en el Youtong era como estar en confianza, en familia; allí coincidíamos casi siempre la misma gente; tanto a la ida como a la vuelta. Era como si hiciéramos un viaje acompañados, sin extraños, todos cercanos, donde cada uno conociera la historia del otro y viceversa. ¡Pueblo chico, infierno grande!

Las voces y comentarios giraban sobre el mismo:  -La verdad, decía Pastora, pasamos malos ratos con el guarimbeo de los blanquitos.
 - la ciudad era cerrada “de repente”. Por momentos en la mañana y si no por la tarde; total , ¡cuando no era un chichón era un poporo”;  o  no podíamos entrar o no podíamos salir.
 - Mi comadre perdió el trabajito por la llegadera tarde.
 - Donde trabaja mi compadre cerraron el negoció y todos se quedaron como pajarito en    grama...

Regreso el Youtong  y con él, el pueblo recuperó un espacio de encuentro perdido, un espacio vital perteneciente al ámbito de su gente. El Youtong dejo de ser maquina, tecnología china; mutó de maquinaria a espacio vital del pueblo;  espacio donde germina una cotidianidad hecha cultura proletaria. Muto en fenómeno vital: «el encuentro» a la mañana y la tarde, donde nos identificamos, nos reconocemos, donde germina una cultura amalgamada por el trabajo, como posibilidad de supervivencia, no como los europeos o estadounidenses, donde el trabajo” crea ciudadanía y hay ilusión de igualdad de derechos y de gente”.

 En una palabra, germina una cultura proletaria en toda dinámica de pueblo de tercer mundo.  Qué lejos quedo la idea de los gobierno que piensan que dándonos un subsidio al transporte para paliar nuestra miseria, paliaría nuestra identidad proletaria y nuestra rebelión. Hay un pueblo que espera, que su hora todavía no llega.
 

 Cambural, Septiembre 20/ 2017. / contextosytextos@gmail.com



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