miércoles, 1 de julio de 2020

La pos-pandemia.


En busca de un lector.
Luis E. Villegas N.
         
Vivimos en un mundo en transición. Estamos en el proceso de una nueva configuración de relaciones internacionales. Atrás quedó el Sistema  Internacional instituido,  bajo el cual nos hemos regído a partir del fin de la segunda guerra mundial.

Diferenciemos causas y efectos.  Vivimos cambios de una profunda crisis del Sistema Capitalista que operan en medio de una pandemia globalizada. El coronavirus  con su más de un millón de contagiados y más de medio  millón de fallecidos ha operado como catalizador del proceso. No es su causa.


          Las pandemias pasan y el poder dominante queda. Lo que puede aparecer modificado son los actores y sus hegemonías.  La lucha entre los imperialismos de Occidente incluye los EE.UU.) y del mundo asiático llegan a puntos muy álgidos. Si en toda guerra la primera victima es la verdad; en ésta lo es la humanidad. El concepto pueblo sobre el cual se instituía un Estado cambio radicalmente. Los hechos de la presente situación dicen que el Estado se erige sobre y en función del capital y no sobre los valores del Hombre, de la Comunidad.

          La frase que muestra la situación actual, que la encontramos permanentemente en diversos contextos es: “El mundo después de la pandemia ya no será igual”. Las respuestas a tal sentencia no son claras, al contrario son diversas, confusas, ambiguas… La cuestión es: En la pos-pandemia,  ¿Cuál es ese poder que surgirá?,  ¿Quién o quiénes lo representan?  Lo que esta tras  la pregunta es la consecuencia que viviremos como efecto de la guerra entre los imperialismos clásicos y los emergentes.

Para los Sudamericanos la realidad se torna más compleja, más difícil.  La pandemia desnudo en nuestros países el desmontaje progresivo que opero en el Estado-Nación,  a consecuencia de la aplicación de las formulas neo-liberales y la afiliación a los circuitos económicos mundiales de dichas economías.

          En un mundo sin referentes claros, en ausencias de utopías y predominio del pragmatismo, donde la inmediatez y lo circunstancial es el horizonte, es la fantasía que enajena pueblos; es imperativo restituir  nuestra identidad y nuestra cultura. Es claro que la ideología neo-liberal  intentan también desmontarla y nos la venden como salida al caos que predomina en el mundo.

          En un discurso de días recientes, la primer ministro alemana Ángela Merker, declaro que los EE.UU. no parecen tener condiciones  de seguir ejerciendo el liderato del mundo. Expresión que indica el tono de la confrontación imperial. Esto tiene repercusiones directas para Sudamérica. Tal perdida de la hegemonía norteamericana  implica que para poder mantenerse en el escenario internacional con significativa  fuerza, debe apalancar aún más el control sobre el continente. De allí la vuelta a la “política de garrote” implantada desde finales del siglo XIX  con la doctrina Monroe.

          El movimiento de los trabajadores y de los diversos sectores sociales crece y se manifiestan sin precedentes en la actual coyuntura del mundo. Este es un hecho fundamental como expresión actual de la humanidad. Es un hecho sin precedentes en la historia de las luchas sociales, dado que la protesta se globaliza. El ejemplo más significativo es el movimiento espontáneo que surgió a partir del asesinato del afroamericano de los EE.UU.  George Floy. La bandera contra el racismo ondeo por todo el planeta. El fenómeno es nuevo como manifestación globalizada; sin embargo su alcance es limitado en torno a un cambio estructural. Asumiendo las distancias, ya lo vivimos con la revolución de los estudiantes y el mayo francés del 68.

El sistema tiene la capacidad de integrar las reivindicaciones; logros que recuperadas por las fuerzas de la derecha mundial las revierten en  sus propios beneficios. Aprender de los hechos históricos es vital. Las manifestaciones actuales que se  dan en  el mundo globalizado  son manifestaciones importantes; sin embargo, carecen de un liderazgo local e internacional. Hay ausencia de izquierda, así como de referentes ideológicos para la lucha de los trabajadores y los sectores populares.

          Marchamos pues hacia un nuevo orden internacional y la pandemia es sólo un elemento del proceso. Los hechos mundiales nos ponen frente a una realidad globalizada jamás percibida por los movimientos sociales y pueblo en general. Estamos frente a un horizonte globalizado que pudiera transformar la dinámica de la organización, la lucha y el carácter de la reivindicación político- social. Una dinámica que nos pudiera conducir a un nuevo orden social donde predomine los intereses de las trabajadores y los sectores populares

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