Genealogía del Ser Americano
Don Tulio Febrtes Cordero |
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Un escritor nuestro, se
sumó a los tantos escritores de diversos países y épocas, que bajo distintos
intereses y perspectivas, asumieron la
aventura literaria de “continuar el Quijote”
desde el sitio en que Cervantes lo había dejado; nos referimos a Don Tulio Febres Cordero, que en 1905, a propósito de cumplirse trescientos años de
la primera edición, publica una novela que representó; por un lado,
irreverencia frente a las mentes
conformistas e institucionales que concebían a
los consagrados escritores clásicos como dioses a los cuales sólo había que
rendirles pleitesía; y por el otro, la manifestación de rebeldía
de un escritor venezolano frente a un estado político-social que sumía al país
en una dependencia de lo extranjero a partir de lo tecnológico y principalmente
del cambio de nuestros valores culturales en nombre del progreso y del
desarrollo; nos referimos a su novela: «Don Quijote en América, o sea la cuarta
salida del ingenioso Hidalgo de la Mancha».
Don Tulio Febres Cordero nació en Mérida en Mayo de 1860 y murió 78 años
después en la misma ciudad, en junio de 1938. Su formación primera la recibe de
sus padres y tíos; luego cursa estudios de latinidad y filosofía graduándose de
bachiller. Ingresa a la Universidad de
Mérida donde hace estudios de derecho, doctorándose en 1882. La formación en
actividades manuales y de tipo artesanal fue
también parte de su formación: ejerció oficios de zapatería, relojería,
tipografía, encuadernación, caligrafía, dibujo y pintura. Las profesiones a las
que se dedicó con mayor énfasis fueron
el periodismo y la tipografía; además, por supuesto, de su larga carrera como
profesor Universitario.
La novela de Don Tulio es una reacción contra
el modernismo y el positivismo que se impone como ideología en todo el
continente. Para el caso venezolano, la manifestación del fenómeno está
representada por el desprecio a lo criollo y el asumir colectivamente posturas
y poses provenientes de la “moda extranjera”; dicho de otro modo, la cuestión
nacional se expresaba en la dicotomía «lo criollo vs lo extranjero». Estamos a
finales del siglo XIX; y para ser
precisos, en su última década. Contextualizada la novela, caractericemos al país. El final del siglo XIX y el comienzo
del XX vienen a representar para el país el período donde se da el paso de una
economía agraria a una economía
petrolera; donde ocurre la transformación de la vida rural a la urbana; donde el país vive bajo el dominio
de la metrópolis, alrededor del cual orbitaban los pequeños países empobrecidos
y atrasados. Vivíamos una nueva etapa del proceso construcción del
país, donde lo predominante era el
desprecio a lo local y propio por la
valoración de lo importado, como hecho que representaba el progreso y por tanto
la vida devenida en modernidad. En lo político se vivía un proceso de transformación:
en primer lugar, el cambio paulatino de los generales y montoneras
como mecanismo o vehículo de acceso al poder, a un largo proceso de implantación de modelos
democráticos representativos con los que el país ingresaría a la modernidad.
Estamos hablando del período de la presidencia del General Cipriano Castro
ocupada desde finales del siglo XIX y del remplazo por uno de sus
lugartenientes al derrocarlo, J.V. Gómez que se mantendrá en el poder hasta su
muerte en 1935, gracias a las concesiones que en nombre del país, se le otorgaran a las corporaciones
trasnacionales del petróleo.
Desde su aparición El Quijote como
referente, ha oscilado en diversas
perspectivas políticas- ideológica;
veamos lo que nos dice un comentarista: “Durante la gesta independentista Don
Quijote encarnó las ideas de Justicia y libertad. Al declinar de ese siglo se evocaría la
figura del hidalgo como símbolo de la nobleza y el idealismo de la España
derrotada que amaba Rubén Darío y sus contemporáneos. En el siglo XX se
exaltará su figura bien desde el espíritu democrático o desde el sueño
redentorista de algunos sectores de izquierda”.
Don Tulio Febres Cordero fue original al tomar, el sentido de la
metáfora cervantina y traducirla al
contexto venezolano de final del siglo XIX. En primer lugar, se las arregla
para hacer que Don Quijote se mantenga con vida trecientos años después de su
aparición. En segundo lugar, lo actualiza, (al contexto de su novela),
adaptándose a las circunstancias del nuevo tiempo; por tanto, don Quijote
transformado en el Dr Quix va a existir y prolongar sus aventuras en una época
en que el enciclopedismo, la libertad y el progreso eran, al menos en teoría,
los valores que prevalecían. Dicho de otra manera, en el contexto específico
venezolano de finales del siglo XIX y comienzos del XX será el progreso
positivista, por un lado; y por el otro, la edificación de una literatura
nacional como tendencia y tensión de una época, lo predominante como
pensamiento; habría que ser un visionario y un “loco” para cuestionar un
proceso por todos aplaudidos, con el
cual se esperaba superar las miserias del pueblo venezolano.
La comprensión, por parte de don Tulio Febres
Cordero, sobre el sentido del personaje el “Quijote”, es de una claridad
extraordinaria. No hay que olvidar que estamos en 1905; es decir, a principios
del siglo XX donde la situación de Venezuela era de un país fracturado y
aislado del mundo, con una inmensa población analfabeta y con escasos medios de
comunicación. Don Quijote, es pues, un personaje que representa una época
pasada, y que se hace presente en otra más “avanzada”. La perspectiva de
horizonte de ambos contextos se entrecruza y chocan con las acciones que el
Quijote emprende, que mira el mundo con otro referente. Con sus
“enderezamientos de entuertos”, la acción del Quijote deviene en decodificación
de la realidad, cuya consecuencia no es otra que develar la representación de
una sociedad que se devora a sí misma bajo sueños de grandeza y progreso.
El Quijote de Don Tulio F Cordero está lleno
de significación para la construcción de la identidad venezolana, para la
genealogía del hecho venezolano, y en consecuencia, para la conformación del
fenómeno americano. La polémica que suscitó su aparición fue tremenda, críticos
lo acusaban de haber hecho un sacrilegio ante la Obra de Cervantes. Don
Tulio afirmaba que no había hecho una obra como literato, sino como patriota,
con lo cual expresaba su perspectiva de la literatura, más allá de la
literatura por la literatura. “El problema que cada pueblo de por sí debe
resolver, consiste en apropiarse la civilización universal, sin salir de su
propio carácter y límites morales, más claro, en ser cosmopolita sin dejar de
ser indígena y patriota”. Esta frase de
Don Tulio F. Cordero resume y nos pone en el centro de la idea de literatura de
nuestro autor y la perspectiva en que se asume americano.

Muchas gracias por zambullirme en esta pieza literaria que no conocía y que refleja por lo leido la realidad de nuestro país en esa época de inicios del siglo 20. Aprovecho para hacer un corto comentario en relación a la valiosa novela de Mario Briceño Iragorry llamada LOS RIBERA, que pinta la misma situación de cambios profundos que se da en Venezuela hace cien años, y en la que encontramos cantidad de diálogos riquísimos que reflejan su realidad cambiante. No te la pierdas. Nacho Alzuru.-
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