Luis E. Villegas N.
L
|

Dado que en estas notas estamos
abordando la transición literaria del
indianismo al indigenismo, es oportuno observar la perspectiva de la autora en
torno a su concepción de la novela. Veamos lo que ella nos dice en el prefacio
de la novela: “Si la historia es el espejo donde las generaciones por venir han
de contemplar la imagen de las generaciones que fueron, la novela tiene que ser
la fotografía que estereotipe los vicios y las virtudes de un pueblo, con la
consiguiente moraleja correctiva para aquéllos y el homenaje de admiración para
éstas”. Sera pues, la realidad latente en su más radical expresión la que
encontraremos en este enfoque; por tanto, será la expresión de la vida del
indígena y la realidad social y política donde se encuentra inmerso; cuestión
opuesta a la perspectiva de la narración que sublimizaba la realidad del ser
del indio, como a la naturaleza con la
cual convivía; por tanto, las imágenes que
ella proyectaba venía a ser una realidad inexistente, salvo en la
imaginación de esos autores, por cuanto su narraciones no expresaban la
naturaleza, tanto del indio como del contexto de una tierra y selva vegetal,
inhóspita y mágica al mismo tiempo, en la que hacían vida los indígenas
americanos.
Nuestra autora nace en el Cuzco,
Perú, en 1854. Desde muy temprano emerge en las letras peruanas; a los 20 años
comienza a ser reconocida en el ambiente de Lima, tras su trabajo “Las tradiciones peruanas”, publicadas en el
diario “Correo del Perú”. Trabajos que
en 1884 fueron recogidas y publicadas en dos volúmenes, viniendo a ser una de
las primeras expresiones de la literatura costumbrista en su país. En 1886
entra en el Circulo Literario de Martínez Prada, reconocido intelectual de la
época, quien tuviera influencia tanto en Haya de la Torre como en Mariátegui, fundadores del partido
APRA y del Partido Socialista respectivamente, hacia la mitad de la primera parte del siglo XX.
Para 1886 escribe un ensayo biográfico sobre el escritor cuzqueño Juan de Espinoza
Medrano, quien compusiera dramas en lengua quechua. Para 1889, nuestra autora
escribe “aves sin nido”, la cual vendría a representar su obra de mayor
renombre.
Su visión de la sociedad y del
contexto de la época le llevo a ejercer una crítica radical, cuya consecuencia
le marcarían el rumbo de su vida. Rechazó el fanatismo y la hipocresía de la
época, por tanto, se granjeó el rechazo de la capa dirigente, así como también
el rechazó de una colectividad conservadora que no aceptaba, tanto las posiciones
de nuestra autora como su postura, en tanto que mujer que rechazaba toda
discriminación femenina. A partir del golpe de estado de Pierola fue atacada,
ya no bajo el verbo público, sino físicamente; su casa fue violentada y
asaltada por una turba enloquecida que aupaban los políticos. Fue desterrada
del país y se radica en Argentina, luego de deambular por España, Francia e
Inglaterra. Muere en 1909 en Buenos
Aires, Argentina.
“Aves sin nido” nos narra la
historia de una familia (Fernando y Lucía) de Lima que van a vivir a una aldea
de la sierra, cuya población es fundamentalmente indígena, por motivos de
intereses y de la actividad profesional del marido. La esposa que pasa el mayor
tiempo en la casa se va compenetrando, descubriendo, la vida indígena. La
narración nos va recordar parte de la vida de nuestra autora, por algunos
puntos en común que tiene con la
narración. Una pareja de indígenas (Marcela y Juan) entran en la órbita de
protección de la joven esposa; por ellos descubre las condiciones de
explotación y ausencia de derechos que sufre la pareja, así como el resto de la
población indígena. Lucía denuncia los hechos y descubre la tríada del poder
representada por el gobernador, el juez y el cura; es decir, el gobierno, la
ley que justifica su existencia y la iglesia que moldea el pensamiento en la
pasividad y la quietud, es decir, lo ideológico. Tras un ataque a la casa de la
pareja indígena, muere Juan; y la familia es socorrida por Lucía; tras la
muerte, más tarde, de Marcela, quedaran sus hijas al cuidado de Lucía. Varios
eventos se suceden donde se manifiesta la barbarie de la trilogía del poder
sobre los indígenas. Desencantados y frustrados por la situación que viven los
indígenas y la injusticia imperante, Lucía y su esposo vuelven a Lima
llevándose a las hijas de Marcela. El amor hará su aparición para dar cierre a
la narración y develar en un escenario melodramático la realidad político
social, y al mismo tiempo la confirmación de un amor imposible. El pretendiente
de la hija de Marcela y ella misma son hijos del mismo padre; es decir, son
hijos del cura.
“Aves sin nido es una novela donde
se manifiesta una posición anticlerical, así como es frontal en la denuncia del
poder establecido en la época. Sin embargo, en su análisis, la autora no va más
allá de las soluciones personales; así como el tono de la novela nos revela su
intenso paternalismo. Tengamos en cuenta que estamos en 1889; es decir, en la
última década del siglo XIX y la perspectiva de un análisis de la realidad
social y política, bajo un enfoque de corte marxista no vendrá si no algún
tiempo más tarde. Recordemos que el peruano J.C. Mariátegui publicara su “7
ensayos sobre la realidad peruana”, aproximadamente 30 años después, es decir,
en la primera parte del siglo XX.
Llama la atención la fuerza
política, el impacto social, el choque psicológico que ha debido producir
nuestra autora con la metáfora romántica del amor imposible de dos jóvenes,
cuya desgracia en el amor y en su vida, es consecuencia de una sociedad
corrupta y en especial de la iglesia. Para la época tuvo que ser un hecho
político sin precedentes, para toda la sociedad peruana y su población que
estaba dominada ideológicamente por una mentalidad conservadora, mojigata y
moralista. La metáfora vino a llenar el vacío
que pudo existir en términos de caracterización política- ideológica de
una sociedad racista y de clases. Tanto la estructura de la novela, como la
metáfora del amor prohibido han seguido usándose hasta mucho tiempo después,
aún en los canciones populares; pero ese primer uso y las repercusiones
políticas y literarias que generó hacen de “Aves sin nido” una novela pionera
en el discurso literario indigenista americano, así como es fuente de material
donde buscar aquellos elementos que nos caracterizan, aquello que conforma lo
que somos, es decir, la identidad del
ser americano.
(*).Clorinda Matos de Tunner. Aves sin nido. Prólogo: Antonio Cornejo Polar. Notas: Efraín
Kristal y Carlos García Bedoya. Bibliografía y cronología: Efraín Kristal.
Biblioteca Ayacucho.
No hay comentarios:
Publicar un comentario