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Sol Linares |
Narrativas
Luis E. Villegas N.
Sol Linares,
en su novela «Percusión y tomate»[1], nos narra la vida de una mujer divorciada desde hace cinco años, que busca
rehacer su vida y no lo consigue. La narración nos muestra el intento de
superar la fractura existencial que produjo el divorcio, así como el esfuerzo
por construir un nuevo espacio vital. Tras la trama de los distintos personajes
y su contexto hay un sujeto literario que vertebra la trama: «La Mujer». Estamos pues, ante «El cosmos de la feminidad » manifestándose
en el hecho social humano.
Octavia
Fernández, «Tavita», es el personaje narrador de la novela, que transita por la
vida, en tanto que mujer de clase media venida a menos, buscando erigir su
nueva vida de divorciada. Instalada en
una pensión de una ciudad pequeña del interior del país, convive con otros
inquilinos, genuinos personajes populares. Allí debe integrase con su condición
de «pequeña burguesa». Dos mundos del entramado social venezolano orbitaran en
la novela a través de la vida de los personajes que están obligados socialmente a compartir un mismo
espacio vital de esa pequeña ciudad.
«Tavita» asume
la vida como mujer cuarentona y divorciada, en una especie de esquizofrenia
vital. Vive entonces; por un lado, inmersa en la realidad política social de un
país que le impacta en la cara y le condiciona la vida; realidad cuya expresión
concreta es la pensión y sus inquilinos. Por el otro, la pretensión de una vida
marcada por la fascinación de la imaginación, haciendo su actividad cotidiana y
de supervivencia en dos direcciones primero, ganarse la vida leyendo poemas (a
través de una muñeca, caperucita), a un público de salón de café, y segundo, la
pretensión de escribir «la novela»
que concibió como forma de realización vital.
Tras la
arquitectura que moldea esa vida está el concepto, y más que el concepto, el sentido que damos al término «Mujer».
Es la emergencia de «La Feminidad» en un
mundo dominado por un discurso feminista y una realidad que niega tal
condición. «Tavita» asume su vida de mujer divorciada en una trama donde emerge
su imagen como mujer realizada, segura de sí misma; pero que en el fondo, en
cada acto cotidiano emergen las preguntas de su drama existencial. Incapacidad
de construir el amor fracturado en su divorcio; nostalgia por la maternidad
perdida en un hecho clínico; incomprensión de un medio pequeño y cerrado como ciudad
que le impele a soñar con otra; actitud intelectual frente a los problemas de
la cotidianidad; añoranza por un espacio, una ciudad moderna, donde tenga cabida el esplendor de la
dimensión de una vida, que no niegue la realización humana, femenina.
La narración
no sigue una secuencia lineal a través de un
personaje “principal”, en torno al cual se teje la trama. Es “la vida”
contada desde los distintos personajes y sus contextos existenciales que
conforman la cotidianidad en la pensión “Hotel Vedaluz”. «...hombres y mujeres estancados, exiliados,
divorciados, prósperos en soledades y otros rubros» (pág. 33). Es una narración que se estructura bajo la
forma de una representación teatral, donde en cada acto emergen personajes y
sus historias, sin jerarquías, donde lo significativo en su representación es
la propia grandeza y miseria vital del personaje, que por momentos emergen en
la representación como personajes secundarios y en otros como personajes
resaltantes, en una especie de vaivén existencial donde los empuja la vida.
Toda ciudad es
la plataforma donde se configura el entramado de nuestro cosmos vital. «Tavita» asume la pequeña ciudad y la
trasforma, la erige desde su cotidianidad, así la proyecta: «Comenzamos a soñar encima de esta ciudad una
ciudad nueva». (pág. 24)
Y esa ciudad nueva surge a
partir del momento en que nos convertimos en forasteros, en inmigrantes, que la
recorremos con nuestras esperanzas y frustraciones a cuestas; seres que de
pronto nos hayamos sin un lugar dentro de la misma ciudad, que perdimos nuestro
propio espacio existencial, que nos descubrimos sin un lugar al cual
pertenecer. La pensión es, entonces, el lugar donde nos refugiamos, es “el
pequeño país” que nos acoge.
La pensión se transforma entonces en un nuevo
cosmos de la ciudad que no se ve. Por lo
general, de adolescentes salimos de casa a buscar la vida en otros espacios que
nos brinden oportunidades que el “terruño” no ofrece. La meta máxima es ser
inmigrantes en la capital, los “menos afortunados” poblaran capitales más
pequeñas. Pasado el tiempo fundamos “la nostalgia del terruño” en un ir y
venir; y ya mayores retornamos buscando encontrar lo que no encontramos fuera
de ese espacio edificado de sueños y nostalgias, como “aves peregrinas”. La vida
se despliega en un entramado conformado por el espacio vital y el geográfico
que se conjuntan haciendo historia. Es el hecho humano configurándose.
Nuestra autora, simultáneamente nos muestra, a
través del personaje narrador, ese erigir de ciudades vitales y al mismo tiempo
introduce los personajes de la novela en la medida que va narrando. «Mariño, el
inquilino de la 14, le ha aportado a nuestra ciudad soñada una cadena de
escuelas de arte en las comunidades con cómodos anfiteatros. Doña Veda, un parque
con abetos y florecitas y puentes colgantes. María Mele ha demolido el antiguo
edificio de Protección Civil y ha construido un zoológico, y Claudia expulsó a
los curas de las iglesias para establecer una cadena de auspicios para los
indigentes, y a mí me entra escalofrío porque lo dice convencida por una fuerza
secreta.» Es la pensión hecha ciudad que acrisola los espacios vitales que
erigen el modo de ser de todo conglomerado humano… Es el «Tomas Moro» que
llevamos dentro.
La autora nos
sumerge, en tanto que lectores de novelas, de manera sutil en las profundidades
del ser, de la existencia; pero lo hace de manera casi divertida, para no decir
jocosa. Nos sumerge en la cotidianidad de los personajes; que pueden ser el
vecino, Ud., yo...; pero al mismo tiempo el artificio literario puede jugarle
una mala pasada a algún lector desprevenido. El título de la novela no los
indica, está referido a un momento ligero, fresco; que invita a caminar alguna
calle de la ciudad bajo un sol que no abraza: «El día está tutty-fruty...
Granola y rock and roll. Percusión y tomate. Hoy cualquier cosa que emprenda
concluiría en buenos términos » (pág122).
Desde el
inicio de la novela, nuestra autora nos conduce al espacio y tiempo del hecho narrativo; la ciudad que «existe
porque sueño» y «la vida que es vida porque lucho». Irremediablemente es mi tiempo
y no tengo otro. Ciudad y pensión, plataforma de la existencia del ser
inquilino-forastero-habitante en mi propia ciudad.
La temática
existencial, con predominio de lo femenino, es tan variada como compleja; y a
ella nos lanza nuestra autora. La lectura nos deja sorprendidos en el
hallazgo que vamos encontrando; de allí,
brotan los planteamientos en torno a lo femenino y el ser mujer. La autora
juega con el dominio de la palabra que nombra, que muestra el hecho de vida
cotidiano; sabe retar la imaginación del lector, así como sabe detenerse en el
momento preciso de la narración para dar paso a la duda o la pregunta.
Introduce el suspenso en la expresión, quedando el lector en la inquietud que
lleva al planteamiento de fondo. Así
pues, los temas relativos a la mujer y al
ser de la feminidad que aborda, entre otros podemos señalar: «Una
estética para vivir » «Cagarse en el tiempo». « Venganza femenina contra la
vejez. » «El gusto femenino por los más
jóvenes». «El lenguaje del cuerpo»
«Pintar el desnudo femenino». «Sexo y matrimonio» «La virginidad», etc., etc.
Si en opinión
de algunos críticos, al referirse a la literatura europea frente a la sudamericana,
en cuanto a la diferencia que encuentran, está
que los primeros acentúan el paisaje de lo existencial, mientras que en
los segundos pesa más la naturaleza; con “Percusión y tomate”, novela
sudamericana de una muy joven autora, no hay más que reconocer el paisaje
existencial nuestro plasmado de manera magistral en una narrativa con sabor
latino y frescura de juventud irrumpiendo un mundo, tanto sacralizado como
manifiestamente neocolonial en la expresión de las letras sudamericanas.
[1]
Percusión y tomate. Sol Linares. 1ra edición 2010. Premio Latinoamericano de
Novela Alba narrativa 2010. 2da edición 2017. Ediciones, Acirema 2017. San Cristóbal. Estado Táchira.
Venezuela.
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