
Proletariado
Venezuela, del país agrario al petrolero
Luis E. Villegas N.
Tras medio siglo de montoneras y despojos a que fue
sometido el país, tras la disolución de la Gran Colombia y el nacimiento de las
nuevas Repúblicas americanas y con ellas la Guerra Federal, el paisaje que
quedó fue desolación. La consecuencia de
la guierra fue la destrucción de su infraestructura productiva y su entramado social, dejando como saldo una
población hambrienta y analfabeta.
Queda dicho que la salida a la situación vivida por
el país a finales del siglo XIX, fue exógena, vino de afuera. La solución no
vino de nuestro propio proceso de desarrollo. Nos decía un camarada, con una
fuerte dosis de ironía; “Nosotros nos
sacamos la lotería; la salvación a nuestros problemas nos lo dio Dios y el
Imperialismo. El primero nos dio el petróleo y el segundo la tecnología y el
capital”. Nos incorporaron a la modernidad, al mismo tiempo que nos despojaban de
la riqueza del país y hasta del Ser “nosotros mismos.
En nuestro imaginario cultural el petróleo trajo la
prosperidad al pueblo venezolano; nos sacó del atraso en que vivíamos. Si bien
es cierto que cambió la fisonomía del país, la ciudad y sus obras de
infraestructura; sin embargo, no fue el mismo hecho para la población
trabajadora y su familia. La riqueza fue aprovechada por una clase que crecía
al amparo de las trasnacionales del petróleo y el Estado. Una burguesía crecía,
se convertía en el país y formaba parte del Imperialismo norteamericano.
La manifestación de la contradicción capital/trabajo
se hacía evidente. A los trabajadores se les mantenía con el mínimo vital de subsistencia; lo que hoy se le llama salario mínimo, si se puede decir
así. Fue el esquema social capitalista
implantado para todas las nuevas repúblicas sudamericanas. Los trabajadores, a
pesar de construir con su fuerza de trabajo la sociedad, viven al margen de
ella, segregados; mientras “la clase criolla” y el capital trasnacional se apropian de los recursos y del
producto del trabajo.
Esta es pues, la característica general del período
(1908-1935) desde el cual reflexionamos. Se produce una transformación del país, donde los
trabajadores, que son la fuerza de trabajo fundamental para esa transformación,
son los segregados, los menos beneficiados, son los parias del proceso social que se
desarrolla. Estamos pues en plena
transformación capitalista de una sociedad con características semi - feudales.
Entramos al ciclo de los capitales que orbitan en la esfera del mundo dominado
por el mercado y la especulación; por tanto, sus vaivenes ciclos y crisis,
repercuten directamente en el país. Evidenciemos algunas de las situaciones que caracterizan al país durante
el período:
1- Para
1905 se vive un proceso depresivo que afecta directamente a las actividades,
tanto productivas como del comercio. La prensa de la época registra situaciones
de hambre entre las población.
2. Para 1914 se
entra en un ciclo de deterioro de la vida económica venezolana; la dictadura gomecista registra en agosto una
reducción de los egresos del Tesoro Nacional; por tanto, la consecuencia
directa va a la reducción de los salarios de empleados públicos. Tiempo más
tarde se paralizaran muchas de las obras
públicas en desarrollo.
3. De 1920 a 1922 se registró la última de las
crisis de la Venezuela agraria. Para la fecha se produce una violenta
caída de las exportaciones de productos
agrícolas, caída de los precios de café, crisis del sector textil y el comercio. El Estado cerró sus años
económicos de manera deficitaria, y las consecuencias
las sufre principalmente la población
trabajadora y sectores populares.
4. La gran crisis de los EE-UU. que estallará en
el año 1929, va a tener repercusiones gravísimas en Venezuela que se sentirán
de manera particular a partir de 1930. Su impacto alcanzó la actividad
petrolera; así como los nacientes centros industriales. Los empleos se
redujeron de 27 mil 221 en 1924 a 8 mil 832 en 1932, lo que significa el 32,
44% empleos menos.
El período que llamamos gomecismo viene a ser un período que está
determinado por un violento cambio del curso que había tomado la sociedad
venezolana hasta el final del siglo XIX y comienzos del XX. El proceso de
desarrollo del país estaba vinculado a la agricultura y a una incipiente
industria, sustentada con una ideología que no terminaba de romper con el
caudillismo y el poder conquistado a través de la montonera. Así pues, en el
período del gomecismo se yuxtapone dos procesos, el de finales del siglo XIX y
el que se inicia con el petróleo. La modernidad no será más que una fachada que
cubre la explotación y el saqueo imperialista, dado que no produce la ruptura
con una situación de pobreza del pueblo
venezolano con que se caracterizó su pasado.

Las condiciones de trabajo de la gente revelan un
contraste muy grande entre la riqueza producida por la explotación del petróleo
y la miseria de la gente. Señalamos
algunos rasgos de esta realidad en tres hechos que el profesor Leonardo
Rodríguez cita en la revista “Historia
del Movimiento Venezolano” (*) donde
muestra la realidad vivida por
los trabajadores:
Primer hecho. En un Congreso de
trabajadores mineros del Callao, un delegado, Jesús Mata Guerra testimonia:
“Ocho mil hombres trabajan en la producción de oro y son quizá los obreros
venezolanos que viven en las peores condiciones. El salario es de Bs 7 y una
familia de cuatro miembros requiere mínimo diario para comer 8Bs. Las viviendas
no son casas, son cuevas de madera y zinc… Los escusados de hoyo existen en uno
que otro taller y nada más. ¿Baños? ¡Ni pensarlo!
Segundo hecho. En un informe
del partido comunista Jesús Correa dice entre otros muchas situaciones que,
“los campos petroleros semejan campos de concentración hitleriana, con alambres
tendidos a su alrededor, con guachimanes y policías uniformados en las puertas,
que exigían permiso de la superintendencia de la compañía para entrar y salir,”
(…)
Tercero. En cuanto a los
trabajadores rurales, el profesor Rodríguez cita un informe de un viajero
francés por el río Orinoco y señala condiciones generales de los trabajadores
del campo, donde se nos dice que en las poblaciones; “Ninguno de los habitantes
sabía leer ni escribir. Visitaba las poblaciones un escriba cada dos o tres
meses donde ponía en orden cuentas y documentos de los pobladores, así como
elaborar cartas y dar respuesta a las recibidas. Las cuentas las llevaban bajo
un sistema de signos que marcaban con carbón en las columnas de la casa y
concluye el viajante observador: “Han pasado cinco mil años desde que el
sistema de jeroglíficos presto servicio en Egipto y Asiria; hoy, esta forma tan
primitiva, un método de símbolos satisface las necesidades de los habitantes de
este apartado rincón de Sudamérica”.
Tenemos pues, que la modernidad
venezolana, esa que como corriente de pensamiento y acción se nos anunció
creando expectativas en todo el sur del continente; esa donde los términos positivismo, desarrollo,
progreso, modernidad… no fueron más que cantos de sirena, no creo ni desarrollo
condiciones para erigir un modelo que superara la pobreza; al contrario genero
un modelo de país dependiente. La modernidad venezolana no fue más que el resultado de la acción
imperialista sobre los recursos del país para mover la maquinaria capitalista
internacional. Una cuestión intrínseca del cambio introducido en esa llamada
modernidad fue la contradicción capital/trabajo, con ella emergió el Movimiento Obrero
venezolano, en tanto que sujeto histórico,
delineando un país.
(*)
Historia del Movimiento Obrero venezolano. La Clase Obrera en tiempos de Gómez. Leonardo Rodríguez. Publicaciones El Pueblo.
Caracas.
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